domingo, 15 de junio de 2008

Elegancia húmeda

Angelo y Helena están juntos. El hombre está con su traje impecable y sus anteojos de sol, imperturbable. A su lado, la joven está impecable, con su campera ceñida y sus botas por fuera del pantalón. No siguen la realidad, donde Angelo había entrado primero y Helena se había quedado atrás. Ahora, ambos diplomáticos han entrado a negociar, antes que los demás.

Se mueven con sigilo total por la casa que está en completo silencio. Angelo ha sacado sus armas, y Helena lo sigue en puntas de pie. Pone todo el cuidado que puede. Avanzan en el silencio de la clandestinidad por aquel sitio, donde nada respira. Al final, por las ventanas, ven que han aparecido varios ghouls. Entre ellos, están Diego y Camilo, quienes en la realidad, habían estado apoyados en un auto fuera del lugar. Helena tira de la manga del traje a Angelo, para advertirle. Ambos empiezan a esconderse y a caminar por la casa tratando de salir, mientras los ghouls fuera se despliegan y tratan de encontrarlos. Angelo y Helena llegan a la cocina del sitio. A través de una ventana, a las espaldas de Helena, un ghoul la ve.

Helena se tira hacia adelante antes que el ghoul rompa el vidrio y logre agarrarla. Angelo dispara en esa dirección. Empieza un tiroteo muy raro y bizarro que rompe todos los vidrios. Se arma un caos difuso. Finalmente, la manada de ghouls logran agarrarlos y llevarlos frente a su amo, un Antiguo. No es no el Nosferatu de este negocio de la sangre: es un sujeto mayor, con cara de abuelo. Éste los mira de arriba abajo decidiendo cómo matarlos. Al final, les señala una gran pileta que hay a su lado. Les dice que quiere que naden, que no tienen opción.

Ante la situación extravagante, Helena se queda sin reacción. Angelo, por el contrario, se saca todo y se tira a la piscina. La imagen de un sujeto siempre vestido de traje, con anteojos negros, siempre imperturbable y con todo el aire de tener el control, quedándose en paños menores y arrojándose a una pileta, corta cualquier seriedad del momento. Helena mira a Angelo empezar a nadar. Mira al Antiguo con cara de cachorro mojado, haciéndole un gesto como preguntándose si de verdad ella tiene que tirarse también. El Antiguo hace una serie de gestos muy elocuentes de cómo quiere que se tire, y cuál es el estilo que quiere que nade, gesticulando con todo el cuerpo para no dejar ninguna duda.

Al final, Helena sonríe. Se quita la campera, deja su arma, y se tira al agua. Empieza a nadar con suma gracia, sabiendo que quizás tiene una posibilidad de salir de allí. Nota que el Antiguo está complacido por cómo lo hace. Después, salen los dos Giovanni todos mojados, chorreando. Los ghoul los cierran en un círculo con el Antiguo en el medio, esperando una orden de su amo para ayudar a matarlos.

Y el Antiguo mira a Helena. Le sonríe. Agarra una libreta, tacha algo, y dice a sus ghouls que los dejen ir. Ante las quejas de los ghouls y la cara de shock de Helena [Angelo sigue, como siempre, imperturbable], el Antiguo le sonríe con simpatía. Le dice que vale, que se fueran. Yo tenía la certeza de haber sacado como ochenta éxitos en una tirada de Carisma y Empatía, que había dejado al Antiguo rendido a los pies de Helena, y que eso los había salvado.

Angelo se vuelve a vestir, sin acusar recibo de nada. Helena aún en shock trata de saludar al Antiguo ese. Se largan.